Mitos y Verdades de la causa "City Hotel"



Mitos y verdades
de la causa “City Hotel”


Si bien en algún capítulo anterior, he dicho que no merece la pena desglosar cada delirio que utilizó el juez, para elaborar su dogmática y arbitraria sentencia, creo preciso destacar ciertos puntos, que se pueden desmentir fácilmente por contar con las pruebas para hacerlo. Aunque no cambio de opinión, porque la causa fue armada en base a palabras y al tratar de desdecirlas, sólo estaríamos entrando en el interminable y estúpido juego de la discusión, me concentraré en los puntos que se pueden refutar con documentación, porque como dice el sabio dicho, “para muestra basta un botón”.

Las evidencias que he venido publicando, fueron negadas en la sala del TOF1 de Mar del Plata. Dado el punto al que se ha llegado en este proceso, aunque es un pensamiento utópico, si el juez realmente fuera ecuánime y quisiera hacer honor a su investidura, debería haber desestimado si no todo el caso, por lo menos el noventa y nueve por ciento. Ese uno por ciento restante, no representa un acto delictivo o de mala fe por parte de los imputados, sino que evidencia la mala praxis del abogado R.D.B., quien “asesoró” imprudentemente sobre aspectos registrales que redundaron en perjuicio de los imputados. Por este y otros “asesoramientos legales” como en el caso de la estafa del City Hotel, la señora Silvia Capossiello le inició juicio en los años 90. Al día de hoy, es sabido que este “abogado”, que goza de mala fama en la ciudad y es conocido por su mala praxis y sus vicios (como él mismo reconoce) fue quien asesoró a los querellantes sobre las fórmulas de manual, para conseguir una carátula que se ajustara a sus designios: encerrar en prisión a sus padres, que jamás pudieran salir y reclamar para sí todos los bienes y dinero que posean como propios y los que no también, para heredarlos anticipadamente.


Es de público conocimiento que uno de los hijos de este abogado, ocupa un puesto dentro de la “familia judicial marplatense”, específica y coincidentemente, en el TOF de Mar del Plata.

Para dar a conocer el contenido de esta publicación, me baso en las declaraciones de los querellantes, las cuales publicaron los medios de comunicación y la sentencia de dominio público.




La sentencia


Para poner las cosas en contexto a través de esta publicación, paulatinamente iré desglosando y desmintiendo aspectos puntuales de la sentencia, que muestran las conclusiones a las que llegaron los jueces para elaborar su dogmático y arbitrario veredicto, basado en los testimonios de las “víctimas” y testigos acordes a la acusación, pero no en evidencias. Para ello, hacen gala de haber estudiado qué es una secta y cómo funciona. Pero entre esa imagen y la realidad, cualquier similitud, es pura coincidencia. Las pruebas que publicaré, están basadas en entrevistas y material aportado por familiares y amigos de las víctimas de esta causa, que en este caso son los imputados.


Siempre hablando del caso que nos ocupa, el diván del psicólogo, se ha trasladado a la sala del tribunal y el juez, en su “divina omnipotencia y omnisciencia” se ha convertido en médico, psicólogo, consejero, fiscal, juez, verdugo y sepulturero. Se parcializa por completo sin cuestionar a las “víctimas”, tal vez porque no sea su papel, y entre gestos de taimada cortesía, se ocupa de inclinar la balanza en contra de los acusados.

En la ejecución del debate, la sala de audiencias se mueve entre las formas y las normas de la hipocresía, mientras que entre jueces, fiscales, abogados, secretarios, periodistas, “víctimas” y testigos que les son afines, arrastran por la bosta que sale de sus bocas, a los imputados que en total estado de indefensión, observan inmersos entre la incredulidad y la angustia, el descuartizamiento del que son objeto.

Evidentemente hay algo que no funciona en la justicia, porque es un hecho comprobado que Internet se ha convertido en la tribuna pública, de todos aquellos que se sienten desamparados por la ley y el sistema judicial.

Veamos si acaso no son los jueces y fiscales, quienes cometen fraude y engaño a través de los medios que trabajan para ellos y si acaso no someten y amenazan a imputados y testigos de la defensa, abusando de su autoridad y valiéndose de su posición.

Algo huele a podrido en Mar del Plata y no es el mar revuelto…






MITO 1
Las “víctimas”


Tal vez por aquello de que una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en realidad, los medios en base a la información que les proporcionaba el Ministerio Público Fiscal, aún bajo secreto de sumario, llenaron sus páginas sensacionalistas con las tan mentadas “33 víctimas”. Es sabido que cuando hay casos de estas características, las víctimas reales aparecen hasta debajo de las piedras. En este caso, de las 33 quedaron 4 oficialmente reconocidas y de esas 4, 3 no se presentaron a declarar. Argumentaron que el estado psicológico se los impedía, pero el lector bien puede darse cuenta a lo largo de este blog, que dicho daño psicológico, no existía.




REALIDAD

La lista de “víctimas” en esta causa, fue elaborada por la fiscalía 2, cuyo representante era en ese momento Nicolás Czizik, perteneciente a la misma secta judicial que sus colegas del tribunal. Los nombres fueron surgiendo de las declaraciones, cuando la protagonista en esta historia decidió encender el ventilador. Por lo tanto, en un inicio enumeraron 38 contando las veces que se “equivocaron” y repitieron los nombres de algunos.

La lista fue fluctuando entre la confusión y la conveniencia de la fiscalía. De las supuestas 38 víctimas fueron descartando algunas que no encontraron porque no existían. E incluso algunas “víctimas” pasaron a ser “victimarios”…

Finalmente la lista quedó en 35, a saber:

De las 35, uno era un psicólogo que supuestamente conocía a una de las querellantes. Ningún imputado ni testigo de la defensa lo conocía. Pidió que lo sobreseyeran como víctima.

De las 34 restantes, tres habían fallecido hacía algunos años en distintas circunstancias: accidente de auto, cáncer de páncreas y EPOC

De las 31 restantes, una está desaparecida y se sospecha de uno de los querellantes acerca de su desaparición. Otro hace muchos años que se separó de su esposa y se fue a vivir a Colombia. Era muy buen amigo del señor Nicosia. Si el señor aún vive, tendría hoy más de 80 años.

De las 29 restantes, una nunca vivió en el hotel pero mantenía muy buena relación con el señor Nicosia y su familia.

De las 28 restantes, una vivía en CABA y era amiga del señor Nicosia.

De las 27 restantes, dos habían vivido y trabajado en el hotel, pero desde el 2017 ya no vivían allí y habían emprendido otros proyectos laborales por su lado.

De las 25 restantes, a uno lo metieron preso por “victimario” y luego lo soltaron porque lo consideraron o se declaró “víctima”.

De las 24 restantes, nueve vivían en el hotel y trabajaban en la cooperativa. Nunca le hicieron el juego a la fiscalía y jamás se declararon víctimas. Todas mantenían excelente relación con los imputados y eran familiares y amigos.

De las 15 restantes, dos habían sido los hermanos que estuvieron presos en Venezuela por un crimen pasional que cometió uno de ellos, y el otro por encubridor, a quien llamaremos R.Y. Siempre habían mantenido buena relación con el señor Nicosia.
A pesar de que el señor Nicosia había sido involucrado como cómplice por la justicia de aquel país, cosa que en el juicio se pudo demostrar que no era así, por encontrarse a casi 700 km de la escena del crimen como lo evidenciaba su pasaje de avión y por ello salió libre de culpa y cargo, se ocupó de pagarles los abogados de la defensa.
Quien había sido condenado como encubridor (R.Y), era también el ex esposo de la señora Capossiello. Además de ser una persona inestable por naturaleza, varios hechos a lo largo de su vida habían dado pie a su resentimiento: el cierre del instituto, la prisión por causa de su hermano y finalmente el divorcio que le pidió la señora Capossiello en los años 90. Fue la gota que rebalsó el vaso. A pesar de que siguió manteniendo contacto con ella y el señor Nicosia, toda esta serie de situaciones y el perder el derecho sobre algunos bienes a causa del divorcio, fue el detonante que lo llevó a ser el creador y promotor de la causa en contra de los dos.
Aunque esto no disculpa a ninguno de los denunciantes porque todos participaron de mutuo acuerdo, se ocupó de llenarles las cabezas a aquellos que ya guardaban algún resentimiento y también a los que no.
Durante los más de 5 años que lleva esta causa, R.Y. pudo ocultarse detrás de bambalinas como autor, hasta que su nombre comenzó a surgir en las declaraciones de los testigos de la defensa y durante el juicio el juez sugirió su investigación, aunque esto sólo quedó en palabras.

De las 13 restantes, uno era hermano de una de las cooperativistas y hacía más de 40 años que no tenía contacto con el señor Nicosia. En su juventud había tenido muy buena relación con él, pero dejándose llevar por “cuentos de camino”, lágrimas de cocodrilo y la promesa de una jugosa tajada, accedió a declararse “víctima”. Incluso proporcionó los datos de un automóvil de su propiedad, para anexarlo a la lista de bienes a decomisar, haciéndolo pasar por un auto que la “secta” le había arrebatado. Lo cierto es que nadie estaba enterado de la existencia de dicho auto, cuya marca (Renault Kangoo) aún no existía cuando este personaje dejó de mantenerse en contacto con el señor Nicosia, en el año 1976.

De las 12 restantes, dos estaban en Venezuela y hacía 15 años por lo menos que no mantenían contacto con el señor Nicosia, sólo con P1. En 2017 fueron llevadas a la Argentina por P2 y el ex de la señora Capossiello, para anexarlas a la lista de "víctimas" a lo cual se prestaron por la recompensa a recibir.

De las 10 restantes, uno vivió muchos años en Venezuela y en el año 2005 decidió independizarse familiar y laboralmente. Hizo su propia familia y tenía su trabajo en aquel país. En 2018 apareció como "víctima" en la causa, argumentando que "no había logrado hacer su vida", debido al “daño psicológico sufrido ahí adentro”. Como no quedó listado entre las 4 “víctimas oficiales”, junto con P5 hoy están apelando para conseguir el dinero de la “recompensa” tan necesario para mantener a su familia.

De las 9 restantes, una vive en Venezuela y nunca se declaró víctima, pero mantiene relación con los querellantes.

De las 8 restantes, dos viven en Venezuela, ambos son hijos del señor Nicosia reconocidos por él. Uno de ellos es hijo de la señora Capossiello y era su mano derecha en la administración de las empresas paisajistas en Venezuela. Intentó un emprendimiento por su lado, para lo cual pidió dinero prestado a sus padres. Le facilitaron u$a 10000 de sus ahorros personales, pero el negocio no le resultó y casi entra en quiebra por su mala administración y mal manejo del personal que tenía a su cargo. A pesar de esto, sus padres nunca le pidieron la devolución del dinero. Más adelante otro de los querellantes, admitiría que entre estos dos personajes, robaron plata del negocio de la señora Capossiello y abrieron un local por su lado.
El hijo de la señora, formó su propia familia y lleva a cabo sus propios emprendimientos desde hace más de 18 años. No quiso presentarse a declarar, pero mantiene un activo contacto con los querellantes y sus planes. Es uno de los autores intelectuales de la causa.
El otro está casado desde hace años y se presentó como "víctima", a declarar en el juicio vía online.

De las 6 restantes, uno vivió más de 10 años en Venezuela. Aún siendo menor de 18 años quería casarse y tener hijos. En lugar de ello, entró en malas compañías como las de los dos personajes mencionados en el párrafo anterior, robó de la empresa y la casa familiar junto con ellos y por esto su tía lo echó del hogar. Según su perfil profesional online, se dedicó a la carrera de barista. Ya con su vida y su trabajo encaminados, se presentó como "víctima" en la causa que nos ocupa, siguiendo el argumento de "no poder continuar con sus vidas" al escaparse de "ahí adentro". Como no salió sorteado entre las 4 "víctimas oficiales", hoy se queja en su muro de Facebook de no haber sido contabilizado para cobrar la recompensa.

De las 5 restantes, dos son P1 y P3, quienes para el momento de la denuncia que realizaron en combinación con P2, ya no vivían en el hotel desde hacía mucho tiempo.

De las 3 restantes, una se había independizado de su familia en el año 2002 en Venezuela. Viajó a la Argentina, conoció a familiares de sus padres, formó su propia familia y su abuela materna se ocupó de ponerla en contra de su propia madre, mediante su profesión de psicóloga. En el juicio no se presentó a declarar a pesar de participar como querellante. Incluso le envió una carta al señor Fanesi en prisión, amenazándolo veladamente para que se declarara en contra del señor Nicosia.

De las 2 restantes, uno es P2. Vivía en CABA en un departamento de su mamá, la señora Capossiello. Acudía a una academia de música y tomaba clases con una profesora particular. Supuestamente trabajaría en la cooperativa durante la temporada, pero finalmente nunca trabajó, como no lo había hecho tampoco durante los 31 años que convivió con su familia. Hasta el 2014 los visitaba en ocasión de alguna festividad y en el 2015, visitaba al señor Nicosia en un departamento temporal en capital, quien viajaba de forma muy esporádica para poder hacerse sus controles de salud con su médico de cabecera.
Hasta el 2016 P2 se mantuvo en contacto con sus padres vía e-mail o WhatsApp, hasta que la mensajería se convirtió en acoso. Su mamá trabajaba más de 12 horas al día en la administración del hotel y cubriendo las funciones con las que no cumplía la tesorera en ese momento, ni el asesor que debía preparar las actas. Fue tanto el envío masivo de las fotos, videos y mensajes con las que P2 la acosó, que terminó por colapsarle el teléfono y la señora se vio obligada a bloquearlo. No contento con esto, comenzó a acosar a gran parte de los cooperativistas en plena temporada, cuando es sabida la intensidad del trabajo que esa época del año conlleva.

En 2017, P2 en complicidad con P1 y el personaje a continuación, a quien llamaremos P5, realizó la denuncia por trata de personas contra sus padres.

Y finalmente el último en la lista, pero el primero en dar inicio desde hace más de 20 años a la idea de la “secta” y que junto con R.Y. (con bufanda celeste y blanca en la foto) son los autores de la denuncia.



P5 (a la izquierda en la foto), hijo único de madre única, siempre fue un individuo de mal temperamento, posesivo y egoísta desde su más tierna infancia, que creció con la idea de heredar un reinado que sólo existía en su imaginación. A pesar de ello, durante su juventud y aunque su carácter creció con él, la señora Capossiello le dio trabajo en su empresa porque era hijo de una amiga de muchos años. Aunque ocupó un puesto de gerencia en dicha empresa, pronto demostró no estar a la altura y aunque ella incluso le dio muestras de su confianza poniendo bienes a su nombre, junto a los de sus propios hijos, no hizo más que causar problemas de mala administración. Para darle una nueva oportunidad, el señor Coronado le confió su empresa pesquera cuando debió ausentarse del país. Los propios familiares del señor Coronado, lo contactaron para avisarle que el personaje en cuestión, no cuidaba sus barcos y por lo tanto, tampoco la empresa. Derrochaba dinero en juergas, se la pasaba andando en moto de agua y se metió con gente pesada del rubro pesquero. Por este motivo, debió irse a vivir y trabajar con su madre a la Argentina, quien ya administraba el City Hotel antes de formar la cooperativa. En Mar del Plata, comenzó a salir con la esposa de un conocido (quien hoy mantiene contacto con los querellantes) quien lo introdujo en las drogas. Robó la plata del ingreso hotelero y la perdió en el casino. Utilizó hasta endeudarlas, las tarjetas de crédito de dos señoras jubiladas amigas de la familia. Su madre trató de llevarlo por el buen camino enviándolo a estudiar. Durante ese período, llevaba a sus amigos y compañeros de clase a comer al hotel y salía a pasear con su madre como lo hacía en su infancia. Durante su estadía en el hotel, trabajó en el horario nocturno de recepción entre otras actividades. A pesar de todo ello, ante situaciones irregulares que continuó provocando, contando él con 31 años en el año 2001, su madre terminó por echarlo del hotel dándole algo de dinero para que pudiera arreglarse hasta encontrar trabajo. Se mudó a un departamento cercano y faltando al contrato, lo subalquiló. Viviendo ya por su cuenta, quedó debiéndole a un dentista con quien se atendió y  cargó el gasto a nombre de su madre, sin su conocimiento. En una ocasión, un comisario de la Policía Federal quien era asiduo comensal en el bar del hotel, le avisó a la señora que su hijo estaba vendiendo mercadería robada en CABA.

Desde ese momento y a lo largo de los años, sus planes frustrados de ser el “heredero”, lo llevaron a amenazar constantemente a la gente que vivía en el hotel. Irrumpía gritando en la recepción, amenazando con “denunciar a la secta”, por lo cual había que llamar a la policía. Enviaba cartas extorsivas, e-mails con amenazas y junto con otros familiares de algunos de los asociados de la cooperativa, inventaban historias de estar endeudados con prestamistas y ser amenazados por ellos, para lograr que les dieran importantes sumas de dinero, lo cual no consiguieron. Incluso a través de amenazas telefónicas, P5 le provocó un pico de presión a una señora mayor que atendía recepción, causándole un derrame cerebral que casi le cuesta la vida.

Se supo que mientras vivía en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, donde tenía contactos políticos, se dedicó a la trata de personas regentando prostitutas.
Durante la causa, la defensa averiguó que este personaje había sido sobreseído por prescripción en 11 causas por estafa, 3 en grado de tentativa, falsificación de documentos y tenencia ilegítima de DNI ajeno.

El juez que lo sobreseyó, Fernando Machado Pelloni, fue el mismo que años después, formaría parte del trío de jueces que llevó a cabo el juicio oral en la causa City Hotel, donde P5 protagonizó a una de las "víctimas".

Durante el juicio, los testigos estrella de la fiscalía serían:
P5, a quien he descripto suficientemente en el párrafo anterior;
otro fue uno de los personajes que había robado dinero y mercadería del negocio de la señora Capossiello;
otro que entre vapores etílicos dedicaba su vida a la carrera de barista;
otro que hacía más de 40 años que nadie sabía de su vida;
otro que prácticamente no conocía al señor Nicosia, más que en fiestas de fin de año y poco más y trabajaba de mozo en el hotel.
Y por último la dueña de una pizzería, que no conocía a ninguno de los imputados y salvo quien le ofreciera participar como “testigo”, a ella nadie la conocía.





Mitos y Verdades de la causa "City Hotel"



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