La Cooperativa de Trabajo City Hotel Mar del Plata

La Cooperativa de Trabajo

City Hotel Mar del Plata



Como ya he venido narrando a lo largo del blog Justicia Ilegítima, la Cooperativa de Trabajo City Hotel Mar del Plata, estuvo trabajando como sociedad formal en el Hotel City desde el año 2005 hasta el año 2018. Como el lector bien sabe si ha seguido la historia en este blog, se vio obligada a cesar sus actividades en contra de su voluntad, a causa de una denuncia falsa por “trata de personas”, una tendencia de moda en la ciudad de Mar del Plata. 

La cooperativa surgió como una figura comercial, que por su objeto social, era compatible con los principios de sus integrantes, quienes habían formado parte o se conocieron a través del Instituto de Estudios Yoguísticos Yukteswar. Por su afinidad de pensamiento e ideales acerca de la amistad, del bienestar y la libertad del ser humano, de entre la enorme cantidad de gente que pasó por el instituto, un pequeño grupo que permaneció, formó una entrañable y duradera amistad.
Como siempre lo habían hecho, idearon una empresa donde poder trabajar como les gustaba hacerlo: en equipo. Esta modalidad, les había resultado en los distintos emprendimientos que habían llevado a cabo a lo largo de sus vidas y les había brindado innumerables beneficios, siendo el más básico, una holgada remuneración económica. Además, les había permitido vivir y trabajar de la manera que ellos consideraban ideal y satisfactoria, a su forma individual de ser y de relacionarse con sus amigos y la sociedad en general.
Si bien originalmente el objetivo para comprar el hotel, había sido proporcionar servicios de alojamiento gratuito, sobre todo a niños y jubilados en los meses de temporada baja y alojamiento turístico en temporada alta, la estafa al momento de la compra les impidió concretar esta idea y debieron adaptar sus objetivos comerciales, para poder pagar las hipotecas que adquirieron a su pesar, por causa de su abogado.

El ser estafados por el abogado y apoderado de los ex dueños del Hotel City en connivencia con R.D.B., abogado del instituto en aquel entonces, los dejó en una situación de total incertidumbre porque para peor, les había provocado el embargo del único bien que poseían, una casa en Francisco Álvarez, que ofrecía la posibilidad de esparcimiento y tranquilidad de vida, a sus hijos aún menores de edad. Es así, que bajo la constante amenaza de desalojo por parte del Banco Provincia, comenzaron a buscar la manera de poder mantenerse trabajando en el hotel a pesar de todas las dificultades y formalizar una sociedad que les permitiera llevar a cabo la compra tan anhelada.

Previamente a la formalización de la cooperativa, a pesar de la tensa relación y negociaciones con el Banco Provincia y la constante amenaza de desalojo que pendía sobre ellos, llevaban una larga y próspera trayectoria de trabajo. Si bien contaban con algún conocimiento anterior del rubro hotelero, debieron comenzar prácticamente desde cero. Habían tenido que interiorizarse en el mundo de la hotelería y su manejo, aprender las normas municipales por las cuales debe regirse un hotel, que en este caso, correspondía a un dos estrellas. Debieron conseguir los permisos de habilitación municipal y turismo, contratar al personal para trabajar en los espacios que ellos no llegaban a cubrir, como por ejemplo la limpieza de las habitaciones. Y como todo hotelero sabe que es fundamental para la vida y subsistencia de un hotel: debían conseguir y formar la cartera de clientes.
A comienzos del año 2000 aproximadamente, uno de los gerentes del fondo de comercio que mantenía trabajando el hotel y era ex integrante del instituto, se fue por motivos personales que le impedían continuar con su labor, pero le dejó la gerencia del negocio a sus compañeros, para que lo administraran y no quedaran en la calle. Esta acción, dio inicio al proyecto de formar una entidad jurídica que les permitiera comprar el inmueble, porque como individuos no podían hacerlo y corrían riesgo una vez más de ser desalojados, esta vez con mayor prontitud, por el banco. Fue un alto directivo del Banco Provincia quien les dio la idea de formar una cooperativa, ya que así no podrían desalojarlos.

Surge entonces la figura de una cooperativa de trabajo. Se adaptaba perfectamente a la ideología de sus futuros integrantes. Les permitiría un desarrollo económico, al tiempo que aportarían un beneficio social, educativo y cultural a la comunidad en general. 

Se funda entonces la COOPERATIVA DE TRABAJO CITY HOTEL MAR DEL PLATA LIMITADA, Matrícula Nacional INAES N.º 29.966, Registro Cooperativo Comercial N.º 006843, CUIT 30-70940202-8.

A partir de ese momento, comienza la lucha por mantenerse a flote cumpliendo con todos los requisitos legales y sociales de dicha entidad, sin perder de vista el objetivo original de sus integrantes: la adquisición del inmueble con fines de aportar un beneficio a la comunidad. 
En el año 2006, se intentó aplicar la ley de expropiación, con el apoyo de miles de firmas por parte de la comunidad a favor de la Cooperativa, pero la ley fue vetada y archivada por el entonces Gobernador Felipe Solá. 

A pesar de todos los contratiempos y obstáculos, siguieron adelante siempre bajo la amenaza de desalojo por parte del Banco, intentando atender a sus clientes de la mejor manera posible, a pesar de las deficiencias y falencias que sufría el edificio por su antigüedad y falta de recursos apropiados, pero compensando con la calidez y buen trato que siempre los caracterizó.

La cooperativa mantenía convenios de mutua colaboración con Organismos Públicos y Privados, para el alojamiento y pensión de docentes, directivos, personal operativo, personal judicial, afiliados e invitados y para la realización de eventos, cursos y el alojamiento y pensión de grupos deportivos culturales y de investigación y en los últimos años, se brindaba alojamiento a músicos a precios solidarios y a veces gratuitamente, en reconocimiento a su aporte cultural.

Por las instalaciones del hotel, han pasado cantidad de personajes de público conocimiento, entre los cuales se encuentran el Señor Gobernador de la provincia Axel Kicillof, las Madres de Plaza de Mayo de Mar del Plata, la Sra. Hebe de Bonafini, la Sra. Teresa Parodi, Darío Volonté, Lito Nebbia, Antonio Tarragó Ros, la Sra. Gina María Hidalgo, el Premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, entre otros.

En los años 90, como se hacía con distintas personalidades o entidades que requerían el salón para dar cursos y conferencias, el hotel brindó el uso del salón para clases de Hatha Yoga, que eran impartidas por ex integrantes del Instituto. A diferencia de la versión de la querella y la fiscalía en el “caso City Hotel”, que con premeditación y alevosía acusan a la “organización” de quedarse con los “bienes y dinero que los fieles debían dar para ingresar a la congregación”, lo cierto es que no existía tal congregación, porque el instituto no fue una entidad religiosa y no practicaba culto alguno. Su fundador, el señor Eduardo Agustín de Dios Nicosia, estaba bautizado en la religión católica apostólica y romana, como millones de ciudadanos del mundo, sin embargo no profesaba ninguna religión, e impartía el Yoga desde un punto de vista científico sin ningún tipo de misticismo. Las clases eran de público conocimiento en la ciudad, se brindaban de manera totalmente gratuita y eran publicitadas localmente y por internet. Asistieron cantidad de ciudadanos de la comunidad marplatense: médicos, abogados, profesionales de distintas carreras, intelectuales, estudiantes, amas de casa entre otros. No hay uno solo de ellos que pueda decir, que se les pidió algo a cambio de las clases. Era la gente del hotel la que al finalizar dichos cursos, les preparaba copiosas cenas sin cobrar por ello. Y en ocasiones en que algunos asistentes llevaban la comida que elaboraban comercialmente, se les remuneraba.

La entidad llegó a ser conocida en el ámbito cooperativo y hotelero, como “la cooperativa blanca de Mar del Plata”, por su incansable trabajo y su transparencia administrativa y a todo nivel.

Incluso el abogado de la cooperativa impartía sus cursos de cooperativismo en el hotel y otorgaba el certificado a quienes se graduaban. Certificados que se imprimían utilizando los insumos del hotel, sin que le cobraran por ello.  

En el año 2015, ante la imposibilidad por motivos de edad y de salud, de quien fuera Presidente por diez años de dicha sociedad, decide renunciar a la administración mas no a la cooperativa en sí, proponiendo a quien consideraba la persona idónea para llevar adelante todos los emprendimientos de la empresa: la señora Silvia Capossiello, por su capacidad administrativa, su gerencia y su buen tino para la economía.

Durante su gestión se renovó y agilizó la manera de llevar a cabo las actividades administrativas económicas y la prestación de los servicios, pero su objetivo principal siempre siguió siendo el mismo: el beneficio del desarrollo cultural, educativo y social para la comunidad.

En 2016, el Juez Hernán Félix Krzyszycha del Juzgado Civil y Comercial N.º 8, les solicitó una propuesta de compra, la cual fue entregada en los términos que expuso el Juez, junto con toda la documentación pertinente el día 3 de Noviembre de ese mismo año.
El 6 de Enero de 2017, el directorio en pleno de la cooperativa, el auditor y el asesor judicial, asistieron convocados por el director de Asuntos Judiciales del Banco de La Provincia de Buenos Aires y los abogados del Departamento Judicial de Mar del Plata, por haber considerado que la tasación y propuesta de compra era seria y factible de negociación.

El 16 de Marzo de 2017, el Directorio del Banco Provincia resolvió tomar conocimiento de la oferta, la cual aprobó.

El 27 de Julio de 2017, finalmente se concretó el proceso de escrituración mediante la firma del contrato y el pago de la primera cuota.
Tras años de infructuosos intentos, se había logrado por fin la compra del City Hotel Mar del Plata.

Por ser una cooperativa que se había fundamentado en el City Hotel como su sede y objetivo, se trataba de un entidad pequeña, acorde al manejo de un hotel de 40 habitaciones que trabajaba intensamente en los meses de temporada, ofreciendo alojamiento y pensión completa o media pensión. Durante el invierno, la baja actividad hotelera les daba la oportunidad de llevar a cabo las mejoras, que sus integrantes consideraban y acordaban.

A lo largo de los años, la cooperativa había contado con una fluctuante cantidad de asociados que nunca sobrepasaron la veintena. A diferencia de lo argumentado tanto por la fiscalía 2, como por el juzgado 3 durante la instrucción para caratular la causa por “trata de personas”, los asociados vivían en el hotel por consejo de su abogado para dificultar cualquier intento de desalojo, lo cual además era sumamente conveniente, desde el punto de vista de traslado al trabajo y para la economía de sus bolsillos. Fue una estrategia que incluso les resultó al momento de la clausura, ya que de lo contrario, el juez no hubiera dudado en dejarlos en la calle con jubilados y todo. 

El hotel contaba con asociados que vivían en el inmueble, quienes en parte pertenecían al grupo original de amigos y sus familias, e incluso con nuevos integrantes, algunos de los cuales también vivían en el hotel y aportaban sus habilidades y conocimientos en áreas como la limpieza de las habitaciones, la cocina o realizando las mejoras del hotel. Todos cobraban sus participaciones por mes y conocían su condición de asociados que los convertía en propietarios del inmueble. El único requisito para ingresar, era llevar una conducta respetuosa y honesta y estar dispuesto a realizar distintas tareas. Algunos tenían distintas ocupaciones por contar con diversas habilidades. En el pasado, habían tenido problemas con algunos asociados, que faltando al espíritu cooperativo o queriendo convertir el hotel en un albergue transitorio, fueron expulsados de común acuerdo entre los asociados y rigiéndose por las reglas de las cooperativas.

Para el momento del allanamiento, la cooperativa estaba realizando grandes inversiones en mejoras y remodelación del inmueble, no sólo en la fachada del edificio sino en el salón de eventos, en la renovación del sistema de cañerías, de la climatización, de las habitaciones, de las toallas y ropa de cama, entre otros. El cuarto piso se había logrado remodelar y ya estaba alojando pasajeros que pudieron apreciar las mejoras y el confort adicional, que las nuevas habitaciones proporcionaban. Para todos estos emprendimientos, los asociados aportaban los excedentes de las ganancias de común acuerdo, ya que todos sus proyectos siempre los manejaron así y eran más cooperativistas que los cooperativistas. 

Además, los Ministerios de Desarrollo y del Trabajo, les habían otorgado subsidios para poder llevar a cabo las compras del equipamiento más costoso y de lo cual se hicieron las auditorías pertinentes.
Más adelante, como parte de la tergiversación de la cual hacen uso y abuso, las “profesionales sociales” y la fiscalía 2, llenaron sus bocas y sus fojas, argumentando que “los asociados necesitaban subsidios del estado para vivir, porque los líderes los mantenían viviendo en condiciones paupérrimas e insalubres”.

La realidad es que quienes ofrecieron un miserable subsidio a modo de “beca para víctimas por única vez”, fueron esas mismas “sociales” cuando el juez se ocupó de dejar sin trabajo y sin dinero a los cooperativistas. Estas “becas”, no eran más que un soborno solapado para ser etiquetados como “víctimas” por parte del sistema judicial.
Todos los asociados las rechazaron.

El INAES (instituto regulador de las cooperativas) realizó una auditoría de toda la documentación de la Cooperativa por orden del Juez Inchausti, ya que el fiscal Czizic recomendaba intervenirla. El informe del INAES demostraba que la cooperativa tenía todos sus papeles y situación legal en orden. Esto no fue satisfactorio para el juez Inchausti y como consecuencia, no sólo archivó el informe, sino que no levantó la clausura y durante el juicio no fue incorporado como prueba.

Como he dicho en otro capítulo, la cooperativa contaba con un taller de música donde distintos profesores de la ciudad impartían clases a los asociados y a externos también. Desde hacía un año antes del allanamiento, el salón se estaba remodelando y preparando para ser inaugurado como un proyecto cultural para la ciudad, ya que por idea del señor Nicosia, porque esa era su área, se podrían presentar números musicales con artistas locales y foráneos y dar así un espacio importante para tantos músicos que a veces, no encuentran un espacio donde desarrollar sus artes.

También por idea del señor Nicosia, el salón llevaría el nombre de quien consideraba una querida amiga y eximia guitarrista de la ciudad de Mar del Plata.

Lamentablemente, todos estos proyectos y reformas, se vinieron abajo debido al despecho y resentimiento de ex asociados y familiares de los cooperativistas, al haber quedado al márgen debido a sus propias decisiones. 

Durante años, los asociados soportaron las amenazas de algunos que hicieron sus vidas por su cuenta, pero que a toda costa querían que se los mantuviera económicamente. Los acontecimientos indican que no tuvieron éxito en sus proyectos personales y alguien debería pagar por ello. Este era otro de los motivos por los cuales, los asociados no habían querido ingresar a la cooperativa sus bienes personales. Sin embargo las argucias del poder judicial, se ocuparon de mezclar las cosas de tal manera, que terminaron embargando los bienes de individuos particulares. Un poco más y embargaban un banco en los Estados Unidos, porque inventaron que era propiedad del señor Nicosia, por el simple hecho de haber tenido allí una cuenta de ahorros que se cerró en la década del 2000, cuando terminó de invertir los ahorros que le quedaban, en distintas necesidades de su familia.

En la actualidad, el Estado a través de su brazo ejecutor, sin que aún haya condena firme y sin que el banco haya cobrado lo que le corresponde porque la cooperativa, contra su voluntad, no pudo cumplir con sus pagos, le otorgó el hotel a una organización religiosa que depende de la iglesia católica. Esta organización llena páginas propias y ajenas, enalteciendo sus logros para “rescatar el hotel que estaba en manos de unos delincuentes”. Y para peor, un cura de cierto rango, los avala con sus dichos luego de representar un ridículo exorcismo.

De acuerdo a todo lo acontecido, es más que evidente que para la turbia y ociosa mirada del poder judicial, toda forma de trabajo para la subsistencia de sus trabajadores, es una fachada. Una mentalidad muy comprensible si tomamos en cuenta que quienes la poseen, no trabajan un solo día de sus vidas para conseguir su sustento diario. Es muy fácil sentarse a escuchar, juzgar y hablar sobre la vida de los demás y que te paguen cuantiosas y groseras sumas por ello. Por esta causa, hay tantos aspirantes a formar parte de la gran “familia judicial” ya que significa dinero fácil sin trabajar.

Finalmente, la justicia termina siendo un lucrativo negocio, en el cual impartir justicia, es lo de menos.




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