Justicia Ilegítima - El Caso "City Hotel Mar del Plata"
Merece la pena, abrir este capítulo aparte acerca del City Hotel de Mar del Plata, puesto que fue el pretexto utilizado por la querella para denunciar la existencia de una “supuesta secta”, con la excusa de que “son los mismos que eran”, aludiendo a que la cooperativa que hasta el 2018 lo administró, estaba conformada por varias de las personas que integraban la institución civil que intentó comprarlo en los años 80. Para el sistema judicial, era la oportunidad perfecta de montarse en la ola, y en base a ello armar una causa por “trata de personas” siguiendo los lineamientos de la tendencia de moda que es política mundial, sobre todo para pequeños micro estados que han ido perdiendo terreno y poderío a lo largo de los años.
La fórmula era ideal: se trataba de un grupo de personas afines, que supieron cultivar y mantener una amistad de más de 50 años en el caso de los más antiguos y en muchas etapas de sus vidas habían coincidido trabajando, conviviendo, algunos formando familia y siempre ayudándose mutuamente. Como no es lo que abunda y porque evidentemente la amistad sincera y duradera es de sospechar, siempre fueron considerados “raros”, pero mucha gente los conocía y sabía de su forma de vida sana y transparente. El denominador común: todos se conocieron asistiendo a clases de Hatha Yoga en el Instituto de Estudios Yoguísticos Yukteswar, cuyo fundador era el Señor Eduardo Agustín De Dios Nicosia, con quien entablaron una entrañable amistad. Muchísima gente pasó por el Instituto, pero sólo un pequeño grupo de amigos permaneció. Estos hechos, conocidos por la querella, por ser hijos y familiares de los involucrados, fueron el pretexto utilizado para la denuncia en el caso narrado en el blog “Justicia Ilegítima”.
Existen casos en el mundo y no pocos, de gente que se ha conocido en el colegio, en la facultad, en universidades o instituciones, que han formado una amistad que conservan a lo largo de los años y de sus vidas, coincidiendo muchas veces en el trabajo, en emprendimientos en conjunto o que incluso han formado familia entre ellos. Estos casos abundan en el mundo y a menudo se ven públicamente en personajes que ocupan puestos importantes en instituciones gubernamentales y hasta han llegado a la presidencia de un país y siguen trabajando con esos mismos compañeros o amigos de su juventud. Profundizando aún más y aunque no es el caso porque no hay comparación, es mundialmente conocida la existencia de fraternidades en instituciones educativas de Estados Unidos, por mencionar las más conocidas, que son hermandades cerradas, privadas, con rituales secretos y requisitos muy ajustados para lograr formar parte de ellas. Sus miembros, generalmente llegan a puestos de alto vuelo en el mundo empresarial y gubernamental. Sin embargo, a pesar de las sospechas que puedan existir detrás de las actividades llevadas a cabo por esas comunidades cerradas, a nadie se le ocurre decir que son “sectas diabólicas” o “grupos coercitivos y delictivos”, aún reuniendo todas las condiciones y características que le endilgaron las “psicólogas profesionales” al caso City Hotel.
Los cimientos de este edificio, datan del año 1938 y está emplazado en una codiciada y estratégica zona costera, que hace las delicias de políticos y poderosos de turno. Fue ideado como un hotel veraniego, de estilo modernista Art Decó, perteneciente a la categoría vanguardista de los “Yacht Style”, es decir náutico, o de diseño con aires de barco. Un edificio más icónico de su arquitecto Auro Tiribelli que de sus dueños. No hay prácticamente documentación que respalde la tan mentada fama que les hicieron en la ciudad, a quienes lo explotaron desde sus inicios, hasta prácticamente el abandono en los años 70, quedando luego en manos de su abogado que también hacía las veces de apoderado del hotel. Al día de hoy, un nieto de aquellos dueños, ocupa un puesto importante en una asociación turística y hotelera de Argentina y para las mentes suspicaces, no podemos dejar de notar que pocos días antes del allanamiento en 2018, dicho personaje entró al hotel, sacó fotos de sus distintas áreas y recordó nostálgicamente su infancia en el lugar. Más adelante y después del allanamiento, el mismo personaje quiso volver a entrar al hotel, con la excusa de querer “oler el ascensor” para recordar su niñez… Los moradores del hotel, ante los hechos acaecidos y las sospechas de los tejes y manejes por detrás de la denuncia, no le permitieron el ingreso.
Según el criterio de jueces y fiscales de la ciudad, la cooperativa no era más que la “fachada de una secta diabólica”. Para dar semejante veredicto plagado de prejuicios de toda índole, sólo se basaron en los dichos de personajes que en algunos casos nunca habían pisado el hotel, o no pertenecieron a la cooperativa y por lo tanto no trabajaron en ella, o si vivieron en el hotel, nunca colaboraron en nada que aportara alguna utilidad. Sin embargo, denunciando explotación laboral, hoy también están esperando ser remunerados con el resultado de la subasta del inmueble, que dicho sea de paso, no tiene muchas probabilidades de llevarse a cabo. A mediados de 2023 y al igual que ha ocurrido en otros casos y desde hace unos años en esa ciudad, el hotel le fue usurpado a sus propietarios legítimos y bajo argumentos de dudosa credibilidad legal, fue entregado por el Estado a una organización religiosa, respaldada por la iglesia católica.
Como se puede apreciar en la carta y en la cantidad de publicaciones que fácilmente pueden encontrarse en internet, que hablan del hotel en su etapa cooperativista, para ser un “grupo delictivo” sus integrantes se tomaron demasiado en serio la actividad hotelera, con demasiado trabajo administrativo, con demasiados documentos que respaldaban todo el trabajo, rendimiento de cuentas al Estado y exposición pública. Algo totalmente contrario a la modalidad operativa de organizaciones que se dedican a las actividades ilegales o criminales, como bien saben en el ámbito político y judicial. La cooperativa, que dicho sea de paso, fue una figura comercial sugerida por un directivo del Banco Provincia para evitar el desalojo, era una entidad que se destacaba por su transparencia y por ello, organismos del Estado la respaldaban y le otorgaron subsidios en más de una oportunidad. Pasó por auditorías contables y entre otros, del organismo regulador de cooperativas, INAES. Incluso para poder realizar la compra del inmueble, era requisito ser auditado por la UIF (Unidad de Información Financiera) para constatar que el origen de los fondos que ingresaban a sus cuentas fuera lícito. Como era indudable, la certificación fue favorable. La moderada suma de dinero que les decomisaron durante el allanamiento y las que luego pretendieron congelar, (aunque para ese momento las cuentas ya no contaban con fondos y estaban en rojo debido a la clausura) no eran más que las obtenidas por el trabajo de hotelería, como bien lo demostraban todas las auditorías llevadas a cabo por contadores externos a la entidad. Nada de esto tuvo importancia para los jueces de las distintas instancias en la causa. Lo único que importaba era sacar a como dé lugar a la cooperativa que ocupaba legalmente el hotel porque ya había iniciado la compra, antes de que se afincara definitivamente en un punto estratégico de la ciudad, tan codiciado por políticos y magnates que lo destinarían a alimentar su propio poderío.
Llama la atención que periódicos de la ciudad, que hoy llenan titulares sobre las supuestas “aberraciones de la secta” o sobre cómo “la organización delictiva abandonó el hotel hasta la ruina”, no muchos años atrás reflejaban en sus mismas páginas, las glorias de la cooperativa que hoy se ocupan de defenestrar. Es preciso destacar que en el año 2018, momento en que ocurre el allanamiento, el hotel se encontraba en pleno proyecto de mejoras y remodelación, que fueron posibles gracias a subsidios de los Ministerios de Desarrollo y del Trabajo. Dichas mejoras, se vinieron abajo debido a la clausura impuesta por el juez Santiago Inchausti del juzgado 3 de Mar del Plata y por ignorar una y otra vez los pedidos del levantamiento de la medida por parte de los cooperativistas, quienes al verse impedidos de trabajar, no pudieron contar con los ingresos que les permitieran por ejemplo, finalizar la obra de gas que estaba en plena renovación y nunca se concretó. Esto dejó sin calefacción en pleno invierno a los asociados y peor aún, a los jubilados, gente de más de 75 años con todos los problemas físicos de las personas de esa edad. Esto tampoco le importó a las “licenciadas de contención a las víctimas”, que estaban más interesadas en la estructura y valor del hotel, que en las condiciones deplorables en que el sistema judicial dejó a sus residentes.
Bastó la palabra de una mujer despechada, para arrasar con años de trabajo, de trayectoria y reconocimientos. Pero lo peor, para borrar o nublar la memoria de cantidad de gente que pasó por el hotel en calidad de huéspedes, trabajadores, asociados, asistentes a clases gratuitas de cooperativismo, asistentes a clases gratuitas de yoga, músicos, gente que se benefició de una u otra forma de los servicios prestados por el hotel o del buen trato de sus integrantes, al punto de que no salió una sola voz que desmintiera las calumnias o defendiera a la institución. Tal es el miedo que infunde la “justicia” hoy, sobre todo los representantes de una secta judicial, que mantiene como rehenes a los ciudadanos marplatenses bajo la amenaza latente de encerrarlos, tirar la llave y despojarlos de sus bienes tras el gran negocio de las causas armadas por “trata de personas”.
Según el criterio de estos oscuros personajes, todo aquel que trabaje, sobre todo en las condiciones que pueden darse en las áreas rurales, es una “víctima de trata”, lo que deja de manifiesto el escaso conocimiento que tienen de lo que es trabajar, o el aprovechamiento de la oportunidad para armar una causa, que evidentemente mueve mucho dinero y manejo de bienes por detrás.
Comentarios
Publicar un comentario